Dos niños yacen uno al lado del otro en esta toma en blanco y negro. Ropa diáfana cuelga de un tendedero sobre sus cabezas.

En la era de Roma, la memoria, y el espacio

Cómo la película más personal del ganador del Oscar Alfonso Cuarón generó una conversación global.

10 de agosto de 20226 MINS

Al principio Alfonso Cuarón tenía reservas sobre su idea de hacer una película inspirada en los recuerdos de su infancia y centrada en una trabajadora doméstica empleada por una familia de clase media en la Ciudad de México, donde nació el director. Sin embargo, cuanto más tiempo pasaba desarrollando la idea, más sentía que debía contar una historia relacionada con su niñera en la vida real, Liboria “Libo” Rodríguez. 

Finalmente, convirtió esa visión en Roma, una conmovedora experiencia cinematográfica que obtuvo críticas muy favorables e innumerables galardones, incluidas 10 nominaciones a los Premios de la Academia en 2019. Retratando un año en la vida de una familia mexicana de clase media a principios de la década del '70, la película se centra en la trabajadora doméstica Cleo (Yalitza Aparicio) y su empleadora Sofía (Marina de Tavira), una madre de cuatro hijos que lucha por sobrellevar la ausencia prolongada de su esposo. Juntas, las mujeres se unen para encontrar un nuevo sentido de amor y solidaridad en medio de un contexto de agitación social: la película muestra un momento en la historia de una nación en el que la clase y la raza están entrelazadas de un modo perverso.

Decir que Roma es la película más profundamente personal de Cuarón sería una subestimación un tanto obvia. La película lleva el nombre del barrio de la Ciudad de México donde creció, que hoy en día es un distrito cosmopolita muy deseable, pero sin embargo, en 1970 era una joya desteñida que se había deteriorado después de décadas de abandono. Cuarón escribió, dirigió y produjo la película, y también fue su propio director de fotografía y coeditor. Volvió a visitar y, cuando fue necesario, reconstruyó lugares de su pasado, incluido el hogar de su infancia. 

En casi todos los aspectos, Roma era una empresa arriesgada, y Cuarón mantuvo su aventura artística en secreto, sin contárselo siquiera a sus amigos más cercanos. 

Alfonso Cuarón y Yalitza Aparicio están juntos en un espacio al aire libre.

Alfonso Cuarón y Yalitza Aparicio

“Curiosamente, terminó sirviendo a la película”, dice Cuarón sobre el hecho de que mantuvo al mínimo los detalles que reveló sobre la película. “Además, como cineasta quería cuestionar los procesos de cómo había hecho las películas. Hay una manera convencional, el modo en que lo había hecho. Pero quería reinventar mi propio camino entrando en un proceso en el que no supiera cómo hacer las cosas”.  

Cuarón se sentó a hablar sobre Roma con los periodistas Lydia Cacho y Javier Risco luego del estreno de su película en 2018. Y así comenzó una conversación profunda con el director sobre los parámetros que eligió para trabajar y las sorpresas que siguieron. Describió la realización de la película como “caótica” a veces, pero nunca se desvió de un tema principal.

“Quería hacer una película que fuera a la vez íntima y universal”, explicó el director mexicano, y agregó que tenía la firme intención de hacer una película que “les hablara a todos... Espero que te identifiques con Roma y que te transporte a tu pasado, despertando tus recuerdos”.

Conocido por películas tan célebres como A Little Princess, Y tu mama también, Harry Potter and the Prisoner of Azkaban y Children of Men, la innovadora película de Cuarón de 2013 Gravity, un drama de ciencia ficción visualmente impactante sobre un afligido astronauta que está solo en el espacio, lo había llevado a obtener una enorme fama internacional y le valió el Oscar al Mejor director.

A pesar de su impresionante trayectoria, al director le preocupaba que la película pudiera ser demasiado específica como para atraer al público. “No sé si a alguien le va a interesar verla”, Cuarón recordó que le dijo a su hermano Carlos, que es guionista y colaborador.

Una niña se encuentra en un garaje con su hermano menor. Dos adultos se paran juntos imitando su pose al lado de un auto brillante.

Trabajando en México por primera vez en 17 años, Cuarón había planeado en principio filmar en su antigua casa, pero las renovaciones y actualizaciones a la propiedad que se habían llevado a cabo en los años que habían transcurrido habían cambiado mucho el interior de la vivienda. En cambio, el director de arte Eugenio Caballero supervisó la construcción de un set de una casa que representaba la residencia de la familia de Cuarón hasta el último detalle, desde la ubicación de los muebles hasta las baldosas del piso. “Te enfocas en un detalle y el recuerdo comienza a manifestarse por sí solo”, dice Cuarón. “Las cosas que habías ocultado por completo comienzan a manifestarse y te llevan a otros detalles. Pero también puedes perderte en ese laberinto de recuerdos”.

Como una forma de no quedar atrapado en bucles de memoria, Cuarón investigó la época, pero eso también surgió a través de conversaciones con familiares, hermanos y los recuerdos vinculados a su niñera Libo. “Fue fundamental trabajar con los recuerdos de Libo porque era una memoria dentro de la misma burbuja social en la que yo convivía con ella, en mi casa y en mi barrio”, dice el cineasta.

Sobre la base de esas conversaciones, Cuarón escribió un guión muy detallado y denso que incluso incluía notas sobre orquestaciones de sonido para la película. Lo que no tenía necesariamente era una estructura dramática convencional en tres actos.

“Después del proceso de memoria, escribí el guión en tres semanas sin cuestionar la narrativa”, dice el director. “Lo escribí sin pensar si iba a ser largo o corto, si tenía estructura o no tenía ninguna estructura. Solo estaba vaciando esos recuerdos. Y no lo compartí con nadie, ni siquiera con [mis compañeros cineastas y amigos de siempre] Guillermo [del Toro], ni con Alejandro [González Iñárritu], ni con nadie”.

En el set, Cuarón daba algunas pautas verbales sobre un conjunto particular de escenas y luego permitía que la secuencia tomara forma en tomas largas e ininterrumpidas. El cambio era constante en el set, ya que los actores y el cineasta hacían juntos importantes descubrimientos creativos, lo que a menudo resultaba en un cierto tipo de caos controlado. Cuarón dice que la experiencia fue “maravillosa porque la vida es así... no hay un orden establecido”.

En algunos casos, las escenas se filmaron hasta 60 veces, y cada toma modificaba a la siguiente. “Quieres asegurarte de obtener las cosas correctas: la ubicación correcta, la utilería correcta y, sobre todo, los actores correctos”, comenta Cuarón. Luego comienzas a filmar y sigues tratando de refinar las cosas, si esa pared necesita ser repintada, [la repintas]. Y así, a medida que pasan las semanas, también te estás adaptando con el equipo de producción”. Cuarón habló muchísimo con quienes lo rodeaban sobre la dinámica interpersonal y las complejidades de las relaciones entre los personajes, todo enraizado en las realidades de su propia experiencia. “Las trabajadoras domésticas a menudo son vistas solo como personas que cocinan y limpian todos los días, pero están profundamente involucradas con las familias a las que cuidan”, agrega.

 

Seis niños se abrazan en grupo en una playa de arena.

“Es un rol emocional... a menudo asumen papeles que son roles maternos o roles paternos”, enfatiza Cuarón. “Las relaciones de afecto entre las familias y las trabajadoras del hogar se crean cuando son historias felices. Pero, en su mayor parte, esas relaciones afectivas y ese amor no trascienden las jerarquías”.

Después de completar Roma, le preguntaron a Cuarón si alguna vez sintió que Libo fue abusada o explotada. “Ella realmente nunca consideró nada como abuso, y eso es parte de su generosidad”, afirma Cuarón. “Esa relación que se transformó de una relación jerárquica hasta convertirse en familia fue una transición muy lenta. Tuve la suerte de que ella llegó a mi vida cuando yo recién había nacido. El hecho de que ella se niegue a ver esas cosas o esos comportamientos como abuso... era tan solo cómo eran las cosas”.

Cuarón finalmente sintió una sensación de alivio después de presenciar la reacción de la audiencia cuando Roma se estrenó en el Festival de Cine de Venecia. “La gente se conmovió”, dice. “Hubo una fiesta [después], y la gente todavía estaba emocionada. Esa fue una gran sorpresa que no esperaba”.

A medida que la película fue recibiendo los elogios de la crítica en todo el mundo y que Aparicio se convirtió en la primera mujer indígena de las Américas en ser nominada a un Oscar a la Mejor actriz, Cuarón se sintió complacido de ver que la película se conectaba con la gente y tocaba al espíritu de las personas más allá de su propia vida, su vecindario y su país.

“Se trata de una experiencia humana”, dice Cuarón. “Es esa existencia que puede ser solitaria. Es una experiencia de soledad colectiva, en la que solo los lazos de afecto pueden darle sentido a esa soledad y a esa existencia”.