El toque característico del autor mexicano en un cuento clásico.
En los anales de la historia de la animación, el Pinocho de 1940 se considera uno de los largometrajes más aterradores jamás vistos, gracias a sus espeluznantes secuencias de niños maleducados que se transforman en burros y a una temible ballena gigante llamada Monstruo. Las horrendas imágenes aterrorizaron a una generación de jóvenes cinéfilos, pero al ver la película cuando era niño en Guadalajara, México, un joven Guillermo del Toro quedó fascinado. "La primera vez que vi Pinocho quedé muy enamorado, en parte porque pensé que se trataba de una película de terror en cierto modo", recuerda del Toro. "El Pinocho de Disney tenía momentos muy intensos".
Ahora, el cineasta ganador del Óscar con La forma del agua lleva a la pantalla su propia y audaz interpretación del clásico cuento italiano. Pinocho de Guillermo del Toro, a estrenarse el próximo mes de diciembre, no solo representa la materialización de un proyecto que le ha apasionado durante toda su vida, sino que también marca un par de hitos importantes en la carrera de este ocupado autor. Pinocho de Guillermo del Toro es la primera producción de animación "stop motion" (fotograma a fotograma) del cineasta y también su primer musical, con canciones coescritas por él mismo, Alexandre Desplat (el compositor de La forma del agua) y el letrista Robin Katz.
"Pensé que sería hermoso hacer una película emotiva que cualquier público pudiera ver, una película que traspasara los límites de la animación "stop motion" tanto como fuera posible", comenta del Toro sobre la película. "Queríamos crear una película sobre una marioneta, utilizando marionetas para contar la historia".
Escrita por del Toro y Patrick McHale (Más allá del jardín), Pinocho de Guillermo del Toro se desarrolla en la Italia de Benito Mussolini, donde un pobre carpintero llamado Geppetto llora la muerte de su amado hijo Carlo, una pérdida que le arrebata la fe y le hace caer en el alcoholismo y la desesperación. Años más tarde, en un ataque de rabia y desesperación, decide tallar un nuevo hijo del tronco de un pino plantado junto a la tumba de Carlo, sin darse cuenta de que el árbol es ahora el hogar de Pepe Grillo, un ingenioso viajero del mundo y autodenominado cuentista que hace de narrador en la película.
Una vez que Geppetto termina su tosca marioneta, un espíritu de otro mundo visita su taller y emplea su magia para dar vida al pequeño niño de madera, designando a Pepe Grillo como su guía moral. Sin embargo, controlar al ingenuo y vivaz niño no es una tarea sencilla. Pinocho tiene demasiada curiosidad por el mundo que le rodea como para permanecer mucho tiempo en la modesta casa de Geppetto.
Poco después de aventurarse en su pequeño pueblo, es atraído para unirse a la feria por su diabólico maestro de ceremonias Volpe y su secuaz mona albina Sprezzatura, cuya tentadora promesa de chocolate caliente y otros dulces resulta irresistible.
A lo largo de su viaje, Pinocho experimenta situaciones intimidantes: acaba en un campo de entrenamiento fascista para niños pequeños y se encuentra no solo con el propio Mussolini, sino también con la personificación de la Muerte en forma de esfinge, que ocupa un reino intemporal conocido como limbo. Incluso en medio del submundo, el héroe se resiste a acatar las reglas que se le presentan. "Para mí era importante mostrar un mundo en el que todos se comportan como una marioneta, y solo la marioneta elige ser desobediente", sostiene del Toro. "Así, Pinocho encuentra su propia moralidad, su propia alma y su propia humanidad".
Aunque del Toro había aspirado a crear Pinocho de Guillermo del Toro desde su adolescencia, el impulso que lo llevó a seguir seriamente el proyecto fue cuando descubrió la edición de 2003 de los cuentos originales de Pinocho del autor Carlo Collodi, publicados por Tor Books e ilustrados por el artista Gris Grimly. Impresionado por la forma en que Grimly había dibujado el personaje de la marioneta, con una nariz larga y puntiaguda y miembros larguiruchos, del Toro pudo imaginar de repente el mundo en el que podría habitar su propio Pinocho. "En unos pocos gestos, Gris captó la energía del personaje como nunca antes había visto", sostiene del Toro. "Tenía la energía infantil y la pureza de una marioneta rebelde pero con buen corazón. Pensé: Este es el momento perfecto para hacer la versión más sombría de Pinocho".
Después de haber planeado inicialmente producir una película dirigida por Grimly, del Toro decidió finalmente ponerse detrás de cámaras y contrató al veterano de la animación "stop motion" Mark Gustafson (El fantástico Sr. Zorro) para que le ayudara a hacer realidad su ambiciosa visión. "Me gustaba mucho la idea de una creación totalmente nueva y que no tuviera ninguna noción de las consecuencias", afirma Gustafson. "Entonces, ¿qué pasa cuando ese personaje emprende este viaje y descubre el mundo real y cómo funciona realmente? La idea de situar estas [ideas] en el contexto del auge del fascismo en Italia entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial me pareció fascinante y extrañamente actual".
De manera conjunta, los dos directores pasaron años perfeccionando los diseños de los personajes principales, que fueron adaptados del trabajo de Grimly o creados por completo por el artista conceptual de toda la vida de del Toro, Guy Davis, quien pasó a ser el diseñador de la coproducción de Pinocho de Guillermo del Toro junto con Curt Enderle (Isla de perros, Los Boxtrolls). Entonces recurrieron a la productora inglesa Mackinnon & Saunders, líder mundial en marionetas para producciones en "stop motion", a fin de crear los personajes principales, entre ellos Pinocho, Geppetto, Grillo, Volpe y Sprezzatura. "Son los mejores del mundo", afirma del Toro. "Los papeles protagónicos de la película tenían que ser fabricados por ellos".
A la hora de agrupar el reparto de Pinocho de Guillermo del Toro, éste y Gustafson reunieron un grandioso elenco que incluía a múltiples ganadores del Óscar y a talentosos intérpretes con quienes del Toro mantuvo antiguos vínculos creativos. El principal era David Bradley, quien había protagonizado tanto la serie de televisión de acción real del director, The Strain, como la serie animada Trollhunters, con el papel de Geppetto. "Es una auténtica montaña rusa emocional", sostiene Bradley. "Se parece más al Rey Lear que al Pinocho que recuerdo de cuando era niño".
Asimismo, Ewan McGregor fue elegido para el papel de Grillo; Christoph Waltz como Volpe; Cate Blanchett como la mona Sprezzatura; Ron Perlman como el Podestá, el villano oficial fascista; Finn Wolfhard de Stranger Things como Candlewick, el hijo del Podestá; y Tilda Swinton como el Hada del Bosque y la Muerte. En cuanto al propio Pinocho, los directores recurrieron a un recién llegado al cine, el joven actor británico Gregory Mann. "Necesitaba una voz que no sonara bonita, [que] sonara como la de cualquier otro niño", sostiene del Toro. "El registro de la voz de Gregory es fenomenal. Es realmente bueno siendo natural. Se siente una emoción absoluta y pura".
La producción se puso en marcha en las oficinas de Portland de la casa de animación ShadowMachine en enero de 2020 y continuó durante los primeros meses de verano de 2022, con secuencias selectas grabadas en el Centro Internacional de Animación (CIA) de Guadalajara, un estudio de animación que del Toro fundó en 2019 para desarrollar el talento local y fomentar la producción en el centro-oeste de México. Los escenarios, la utilería y el vestuario se elaboraron con el mismo nivel de exigencia que aquellos vistos en la obra de acción real de del Toro, y se basaron en la investigación histórica y las referencias del mundo real. "Una de las decisiones que tomamos al principio fue la de no estilizar demasiado los edificios" afirma del Toro. "No son curvos, estirados, inclinados, nada de eso".
Los directores también motivaron a los animadores en el escenario a que lograran que las marionetas tuvieran interpretaciones naturales. "Queríamos filmar a los personajes mientras escuchaban y pensaban, momentos que normalmente no se graban en animación, momentos en los que el personaje está solo, cambiando de idea, en silencio", explica del Toro. "[Queríamos ver] a los personajes cometiendo errores: rascándose, estornudando, mirando hacia otro lado cuando sienten miedo o vergüenza. Le devolvimos al animador el control de toda la mecánica de las marionetas".
La película resultante se percibe como una fusión única de acción real y "stop motion" que refleja fielmente las ideas que durante mucho tiempo han sido fundamentales en la obra más querida de del Toro. En películas como El espinazo del diablo (2001), El laberinto del fauno (2006) y La forma del agua (2017), ha mostrado reiteradamente la humanidad de aquellos que son percibidos como "otros". Con Pinocho de Guillermo del Toro, el autor mexicano pone en cuestión uno de los temas clásicos de la conocida historia: que la marioneta debe transformarse en un niño humano para encontrar la felicidad.
"Cuando era niño, pensaba: Entonces, ¿para ser amados tenemos que cambiar?" reflexiona del Toro. "No podía aceptarlo. Lo que tenía claro era que nunca debía convertirse en un niño de verdad, ni tampoco debía ser un objetivo que no pudiera lograr". En vez de eso, la historia hace hincapié en el camino de Geppetto hacia la aceptación de Pinocho por lo que es, y hacia su amor por él con la misma intensidad con la que amaba a Carlo. "Quiero dedicar mi versión de esta película a mi padre, al que perdí después de La forma del agua", sostiene del Toro. "En definitiva, de una manera extraña, la mayoría de mis películas tienen que ver con mi padre".