Alejandro González Iñárritu wears a denim shirt and sits against a red drape. In front of him are white ceramics and some eggs.

El artista esta presente

Alejandro González Iñárritu nos cuenta sobre BARDO, su regreso existencial a México.

Entrevista por Barry Jenkins
Fotografía por Camila Falquez
2 de noviembre de 202211 MINS

“No hay nada más aburrido que la vida de un director de cine”, comenta el cuatro veces ganador del Oscar, Alejandro González Iñárritu. “A decir verdad, no somos muy interesantes”. Tal vez sea cierto o, como muchos elementos en la comedia épica existencial del guionista y director de BARDO, Falsa Crónica de unas Cuantas Verdades, podría ser una elaborada ficción que un héroe conflictivo se cuenta a sí mismo mientras intenta dar sentido a su propia identidad, y al mundo en general.

Para su primer largometraje desde el drama histórico ganador del Oscar en 2015, El Renacido, el cineasta aclamado internacionalmente eligió regresar a su México natal con una película sumamente personal que refleja muchas de sus preocupaciones como un hombre de casi 60 años. Al contar la historia del renombrado periodista y documentalista mexicano Silverio Gama (Daniel Giménez Cacho), que se enfrenta a su identidad, a sus relaciones familiares y a la locura de sus recuerdos, BARDO es una experiencia cinematográfica visualmente deslumbrante, intelectualmente atractiva y única, y tan desafiante como gratificante de ver.

Alejandro González Iñárritu sits in a small chair against a white sheet.

Alejandro González Iñárritu

 La película comienza con la sombra de Gama a la deriva en el desierto y no hay duda de que es un hombre cada vez más desvinculado de su propia vida e identidad. Aunque va a recibir un prestigioso premio internacional por sus logros profesionales, Silverio no logra valorar por completo el honor, pues siente que no es del todo merecido. En las dos horas y media de BARDO, el descuidado protagonista reflexiona sobre todas las formas en que dejar México para vivir en Los Ángeles les ha afectado a él y a su familia: su mujer Lucía (Griselda Siciliani), su hija Camila (Ximena Lamadrid) y su hijo Lorenzo (Íker Sánchez Solano) de 17 años. A través de una serie de viñetas surrealistas, que rodó el director de fotografía Darius Khondji en 65mm, BARDO se adentra en las angustias de Silverio: ¿cómo puede estar tan profundamente marcado por un hogar que ya no es el suyo? ¿Y sus recuerdos de ese lugar tienen alguna relación con la realidad?

Iñárritu habló recientemente con Barry Jenkins, un cineasta cuyo drama ganador de un Oscar, Luz de Luna, lo consagró en 2016 como un guionista y director de primera categoría, sobre sus objetivos artísticos en la producción de BARDO, los retos que el proyecto supuso para su propia mente y la experiencia de trabajar en México después de casi 22 años de ausencia, y encontrar un país por descubrir. “Es difícil exponer tus sentimientos y mostrar el corazón”, comentó Iñárritu a Jenkins. “Fue difícil para mí, pero, como artista, hay que ser osado. Ese es nuestro deber. Todos esos miedos y todas esas inseguridades que he sufrido en los últimos 20 años: el país en el que vivía ya no es el mismo o, tal vez, nunca fue así... Quizás sea solo un recuerdo.”

A continuación, presentamos una versión abreviada y editada de la conversación.

Barry Jenkins: Después de decidir filmar BARDO hace años y ahora estrenarlo en el mundo, ¿cómo te sientes?

 Alejandro G. Iñárritu: Quería juntar muchas cosas y darles sentido. Mi familia y yo, hace 21 años, emigramos de Ciudad de México, donde viví 37 años. Todos emigramos por un año y ese año se convirtió en 21 años en Los Ángeles, California. Hay algo que sucede con el tiempo y la distancia geográfica cuando se llega a un lugar nuevo. Para mí, una patria no es más que las historias que nos cuentan desde pequeños y que nos ayudan a identificarnos, a tener un sentido de pertenencia y a darnos un poder colectivo. Pero el tiempo pasa factura y esas narrativas que forman una patria empiezan a disolverse. Poco a poco, esa distancia empieza a crear sensaciones diferentes y la sociedad comienza a romper y cuestionar internamente tu identidad. Te encuentras en un lugar difícil de definir y eso es importante. La transformación de un lugar a otro, que puede ocurrir no solo en la identidad nacional, sino también en términos religiosos, ideológicos o políticos, ese espacio difuso en medio, es algo muy importante para mí.

Después de 21 años, todo eso comienza a acumularse, y nos construimos, de cierta manera, con los acontecimientos que suceden en nuestras vidas. Creemos, "soy esto", "estudio esto". Sentí la necesidad de sumergirme en lo profundo y no hacer una película con el cerebro, sino con el corazón, e indagar en mi interior. Es muy liberador cuestionar tu propia historia, tu propia narrativa. Los acontecimientos [de la vida] solo se experimentan desde un sistema nervioso muy estrecho y limitado y, a veces, ya no son verdaderos, porque te desafía tu hermano o tu hermana, que vivieron ese mismo acontecimiento y dicen "las cosas no eran así. Mi padre nunca dijo eso"

De repente, me di cuenta de que la memoria no tiene verdad; solo tiene certeza emocional. La película se convirtió en un viaje sobre la recuperación de los recuerdos y, para ello, hay que reinventarlos. Es ese viaje entre la realidad y la imaginación. Todo esto comenzó a partir de ahí.

 Daniel Giménez Cacho dances in a crowd of people.

Daniel Giménez Cacho

Jenkins: Es interesante que BARDO siga siendo una construcción cinematográfica. Me encantó ver la película como cineasta y tratar de descifrar cómo construiste esto porque hay muchas ideas y son tan fluidas, la forma en que navegas a través de ellas. Lo que dijiste una y otra vez fue esta idea de cuestionar. Recuerdo que, cuando empecé a hacer películas, pensé que tenía que decir algo. Proyecto, cuento, decido, declaro mientras que, en este caso, tú estás en este viaje de preguntas y ellas solo se dirigen más y más profundo. Cuando empezaste hace cinco años, ¿cuál era la base, el primer proyecto, el plan de cómo querías contar la historia, cómo querías organizar estas visiones?

Iñárritu: Empecé con algunos fragmentos, yo diría que emotivos. Tenía un sueño recurrente sobre mi padre que falleció en 2014: me despertaba y él estaba allí. Esa fue quizá una de las primeras semillas que se plantó. Además, mi madre está ahora lidiando con un tipo de demencia, no es capaz de captar sus recuerdos para que yo revele mi propia historia, estoy enfrentándome a eso. Incluso una melodía que mi padre solía silbar, de la que estaba muy enamorado, no la recuerdo y mi madre tampoco. Este pequeño momento para mí fue tan significativo, que está implícito en la película. Intentar encontrar el pequeño silbido que, en cierto modo, [significa] toda tu infancia que se ha perdido.

Otro tema es que tengo 59 años. Voy a cumplir 60 años. Me gustaría empezar a prepararme para morir. No es que quiera morirme mañana, pero esto es algo que empieza a aparecer un poco más cerca cuando eres mayor. Quiero profundizar en un montón de pensamientos que están atrapados en mi subconsciente.

Y quería unirlas o darles sentido. Y, luego, algunos momentos históricos me permitieron dar sentido a las historias de mi propio país, a todos los acontecimientos sociales, políticos y culturales que están sucediendo, por los que me siento tan frustrado sin poder hacer nada. Todas las mujeres que desaparecen, 130 000 personas en México desaparecen con total impunidad. Ese tipo de historias me entristecen mucho como mexicano. Cuando voy allí, siempre me cuestiono por qué estoy aquí, por qué he venido, cuál es el costo. 

 Daniel Giménez Cacho and Ximena Lamadrid sit in a pool together.

Daniel Giménez Cacho y Ximena Lamadrid

Jenkins: Me ha sorprendido completamente lo inmersa que está esta película en tu conciencia. Tuvo que surgir junto con todos estos problemas con tu padre, con tu familia. ¿Hubo algún momento en el que pensaste “quizás, no voy a contar toda esta historia, solo contaré esta parte"?

Iñárritu: En realidad no. En México, tenemos esta sopa que se llama pozole con carne de cerdo, maíz y lechuga. Está llena de ingredientes. Este fue mi pozole mexicano. La búsqueda y el viaje de Silverio, el periodista que regresa a México antes de recibir este prestigioso premio, está básicamente atrapado entre sus pensamientos. Para mí, lo interesante fue que estamos hechos de pasado y de presente, y completamente enredados en nuestras vidas. A veces, descartamos nuestros sueños. Soñamos ocho horas todos los días, pero descartamos esa parte de nuestra vida. Pero esos sueños nos dan señales increíblemente precisas [para ayudarnos a comprender] nuestra propia vida. Todo eso real, surrealista, ficción, realidad, vida, muerte, futuro y miedos, nuestros recuerdos; todo eso es muy realista. Lo que Silverio está viviendo es lo que yo estoy viviendo en este momento. 

Todo el mundo escribe con certeza y verdad, pero el reto de la vida es que está construida por muchos fragmentos de realidad. Como periodista, entra en una crisis de mediana edad: "¿quién soy yo para decir la verdad?" Ser humilde y darse cuenta de repente de que no hay certeza, da miedo, pero es muy liberador, para mí al menos.

Jenkins: Esta película se describe como una comedia. Tienes una forma muy interesante de plasmar tus películas. Birdman es una especie de comedia existencial. El Renacido está lejos de serlo. De nuevo, todo esto son elecciones. Podrías haber contado muchas de estas historias en géneros muy diferentes o en formas dramáticas muy diferentes. ¿Por qué una comedia para esta historia?

Iñárritu: En otras películas, sentí que me sumergía con el público en un océano muy oscuro con todo el peso del agua sobre los hombros y los tanques de oxígeno. Tal vez, sea la edad la que te da esa comprensión de que incluso los momentos dolorosos [tienen lugar para el humor], las relaciones más íntimas de Silverio, todas las situaciones que han formado parte de esta desintegración, los elementos culturales, todo lo que tiene sobre sus hombros, la historia de su propio país y la historia del país en el que vive ahora, que es Estados Unidos, y la relación entre esos países, todo eso formó su subconsciente y su ser. 

Hacer esta película fue una experiencia catártica. Algunos de los recuerdos más dolorosos, descubrí que ahora me había liberado de ellos. Cuando pasa un poco el tiempo, puedes reírte de ellos. De repente, me reía de cosas que hace años me emocionaban mucho. Ahora, realmente puedo verlos con perspectiva y el humor te libera mucho. Y, con esta película, intento lograr ese tono. Quiero que esto sea una traducción, en una experiencia cinematográfica, para que el público bucee. No estás en las profundidades del mar y la oscuridad. Puedes ver la profundidad, pero, al mismo tiempo, percibes la luz, las sombras y la gracia.

Alejandro González Iñárritu wears a denim short and rests his face against his fist.

Alejandro González Iñárritu

 Jenkins: Amores Perroses la única película, aparte de BARDO, que has filmado íntegramente en México. Por lo que es un regreso para ti en cierto modo. ¿Hacer esta película te enseñó cosas nuevas sobre ti o sobre México? Incluso oyéndote hablar ahora, es casi como si el cine fuera terapia. ¿Ver a Daniel Giménez Cacho como Silverio interpretando todos estos recuerdos de tu vida te ha enseñado cosas nuevas sobre ti mismo?

Iñárritu: Por supuesto. Para mí, rodar la película en México después de 20 años, se convirtió en una experiencia. Mientras me preparaba, tuvimos que frenar la película dos veces por la pandemia. Fue una película muy difícil de hacer durante la pandemia con miles de extras con tapabocas. El tiempo que pasé, la preparación y todo lo que estaba sucediendo, curiosamente, me informaron sobre lo que era la película y realmente transformaron toda la experiencia personal y psicológicamente, y [desde una] perspectiva de dirección. Fue una experiencia inolvidable. Esta película es un sueño en un sueño en un sueño en un sueño. Fue increíble para mí volver allí, comprender a mi país y entender lo que he perdido, lo que he ganado, y tener aún más perspectiva.

Jenkins: Cuando hice El ferrocarril subterráneo, la gente me preguntaba: "¿a quién va dirigida esta serie?" Les dije que a los afroamericanos, obviamente. ¿A quién va dirigido BARDO?

Iñárritu: Realmente, creo que siempre hay un público para una película. El público que encontrará esta película es gente que se ha sentido insegura, que tiene algunas dudas o que ha pasado por algunas experiencias de estar de repente en este espacio intermedio. Como mexicano que lidia con problemas de mexicanos y vive en los Estados Unidos, la contradicción de estas dos culturas que son tan diferentes, aunque estamos tan unidos, y nuestra historia se remonta a tanto tiempo atrás, hay tanto que no se resuelve y de lo que no se habla o, incluso, se ignora. Para los mexicanos, espero, esto los conmueva o les revele las cosas que a mí se me revelaron. No tengo respuestas, por desgracia, solo certezas morales. Pero creo que esto les llegará a todos los hispanohablantes o latinoamericanos. Y espero que para el público estadounidense que tenga la curiosidad de entender la naturaleza de la otra parte de la historia, BARDO pueda ser un puente para ver el otro lado.