El joven actor deja huella entre un elenco de estrellas en El poder del perro
Hay algo sobrenatural en Peter Gordon, el desgarbado e inescrutable personaje que interpreta Kodi Smit-McPhee en el intenso drama de Jane Campion El poder del perro. «De algún modo lo subestimas, lo cual es algo que me atrajo de él y que me encantó», confiesa Smit-McPhee.
Aspirante a cirujano y dueño de una mente rápida y curiosa, Peter es como una anomalía en el inhóspito paisaje del Oeste que es su hogar. La Montana de los años veinte, que sirve como telón de fondo de la película, es un lugar en donde los rancheros como el cruel y carismático Phil Burbank, interpretado por el hipnótico Benedict Cumberbatch, rara vez se bañan y prefieren estar cubiertos con el polvo del suelo que trabajan y la transpiración por sus labores.
Sin embargo, la extraña relación que se desarrolla entre el cerebral Peter y el insensible Phil es lo que forma la retorcida columna vertebral de la historia. La primera vez que se ven, Phil ataca verbalmente a Peter, lo insulta y destruye las delicadas flores de papel que había hecho para adornar las mesas del restaurante Red Mill en donde trabaja con Rose (Kirsten Dunst), su madre viuda. Pero luego de que Rose se casa con el hermano de Phil, George (Jesse Plemons), los malos modales del vaquero comienzan a suavizarse con Peter. Lo trata con más amabilidad y consideración, aunque se entreteje un innegable manto de sospecha en cada una de sus interacciones.
«Mientras pasa de atormentarme a tomarme bajo su ala o algo así, puedes sentir que hay algo que está creciendo —reflexiona Smit-McPhee sobre la dinámica que va evolucionando entre los personajes—. Para mí, en esos momentos, no sabes si escapar o si quedarte, si es cálido o frío, atemorizante o amable. Hay una gran nube de misterio que te sigue durante toda la película. Se va gestando a fuego lento, pero de algún modo, al mismo tiempo, Jane logró esa [sensación de] amenaza inminente».
El hecho de que Smit-McPhee logre más que estar en un elenco de pesos pesados del cine es una muestra de su talento y de su impresionante ética para el trabajo. Después de su debut en el drama de 2007 Rómulo, mi padre, el actor australiano obtuvo un papel revelación en la adaptación de 2009 de El último camino, de Cormac McCarthy, en la que actuó con Viggo Mortensen. Durante los años siguientes, el actor, que ya tiene 25 años, ha brindado actuaciones notables en el drama de vampiros de 2010 Déjame entrar; la película animada de 2012 El alucinante mundo de Norman; el wéstern de 2015 Slow West, y un par de películas del universo de los X-Men, en donde interpreta al mutante Merodeador.
La transformación es la mejor parte del trabajo para Smit-McPhee. «Siempre necesitas que te pellizquen para creerlo cuando estás cuatro horas en maquillaje y tienes una cola y dientes, y los ojos rojos. Se borran por completo los límites para actuar como ser humano», dice el actor. Si bien su retrato de Peter lo encuentra más en un estilo estándar, la trascendente interpretación de Smit-McPhee en El poder del perro no quedará en el olvido.
Krista Smith: ¿Qué viste en este personaje, Peter Gordon, que te hizo sentir que debías interpretarlo?
Kodi Smit-McPhee: Al leer el guion, de algún modo lo subestimas, y eso es algo que me atrajo de él y que me encantó. Tenía como un poder subyacente, sabiduría y conciencia. Me relaciono con eso porque puedo ser un poco raro a veces, pero hay mucho que va por dentro. Luego me enamoré de la idea de ser parte de la película cuando conocí a Jane.
Se suponía que estudiara unos diálogos para la reunión con ella, pero no lo hice porque no sabía (hubo un problema de comunicación), pero a Jane no le importó. Dijo algo así como: «Ya leíste el guion, así que tienes una idea del personaje. Traigamos a Peter a esta sala». Mi postura cambió de inmediato. Le puse el cuerpo a lo que yo veía de él en mi cabeza, algo que no había hecho hasta el momento. Vi que [Jane] se enamoró al ver que Peter cobraba vida (al igual que yo) y se sintió muy natural.
Esa cualidad física se nota que es un aspecto importante de la identidad de Peter.
KSM: Mucho de eso apareció en la escena de la audición que hice con Jane. Le debo tanto a ella porque me desafió de una manera que jamás ningún otro director me había desafiado. Trabajé con un especialista en movimiento que realmente dio en el clavo con esos tics que tiene Peter, y con una especialista en dialectos que me ayudó a lograr su ceceo. Todas estas partecitas, al unirse, hicieron muchísimo más por mi interpretación de lo que yo podría haber hecho solo.
Tienes algunas escenas increíbles con Kirsten, que interpreta a la madre de Peter, Rose. Hay algunos momentos preciosos de los dos; en una escena, uno de ustedes es fuerte, mientras el otro es vulnerable. Luego, la dinámica cambia.
KSM: Eso me toca de cerca. Mi mamá es madre soltera, y sobre todo durante la pandemia de COVID-19, ella ha sido mi sostén. Hay momentos en que necesito llorar en su hombro, y otros en los que ella me llama porque necesita llorar en el mío. Eso es algo especial que podría capturar y poner en esta película.
Trabajar con Jane fue como un entrenamiento intensivo: practicábamos con ella de forma independiente y después con quien fuera que apareciera en el guion, como Kirsten o Benedict. Actuar junto con personas a las que he admirado durante toda la vida es siempre maravilloso. Piensas que son como los viste, en [entrevistas] y en las películas que adoras, pero es muchísimo mejor conocerlos en persona y ver que son tan centrados. Pasé mucho tiempo con Kirsten y Jesse. Fueron como una madre y un padre postizos.
Siempre tengo ganas de enfrentar un desafío, de aprender y de crecer.
Kodi Smit-McPhee
Es notable todo lo que lograste siendo tan joven. ¿Siempre supiste que querías ser actor? ¿O fue algo que te llamó la atención cuando hiciste El último camino?
KSM: Creo que en ese momento todo fue realmente más allá de lo que esperábamos, y lo digo en plural porque me refiero a mi familia. Mi papá es actor. Me introdujo en esto como un pasatiempo creativo, en realidad, para hacer algo fuera de lo común. Y comenzó a escalar rápidamente, desde cortos universitarios hasta audiciones para películas australianas. Les debo muchísimo a mis padres. Ellos me dieron los cimientos para construir mi forma de ver el mundo, para no tener límites en la búsqueda de la verdad sobre mí mismo, y todo esto conlleva la libertad creativa que tengo y mi búsqueda del placer en todo lo que hago.
¿Qué crees que aprendiste de la experiencia de hacer El poder del perro? Como actor, ¿qué te llevas de aquí para tu futuro?
KSM: Cuando leí el guion, no estaba en mi mejor momento mental. Lo que me llevé de conocer a Jane y de esta experiencia en Nueva Zelandia (que fue maravilloso, un lugar sanador para mí), en ese momento de mi vida en el que estaba necesitando un trabajo que me apasionara, es que todo eso llegó a mí. Entonces, creo que el mensaje para mí fue que me entregara y que siempre estuviera abierto y acogiera las bendiciones que uno pide. Siempre seré un estudiante del universo. Siempre tengo ganas de enfrentar un desafío, de aprender y de crecer. Esto es lo que me enseñó esta experiencia.
Acabas de terminar de trabajar con Jane Campion. Lo que sigue es la película biográfica de Baz Luhrmann sobre Elvis, en donde tocas música con el ícono Jimmie Rodgers. ¿Cómo es eso?
KSM: Es fascinante ver la esencia, el enfoque y el talento de cada director. Son tan distintos. Te enseña mucho como persona y como actor, y posiblemente como futuro director algún día. Estoy tan agradecido de estar en presencia de estas personas. Son leyendas.