El actor alcanza nuevas alturas en la adaptación cinematográfica del musical de Jonathan Larson tick, tick... BOOM!
La interpretación que hace Andrew Garfield en la próxima adaptación de tick, tick... BOOM! es encantadora.
En la nueva película, Garfield se mete en la piel de Jonathan Larson, el niño prodigio del teatro que falleciera trágicamente a causa de una aneurisma aórtico el 25 de enero de 1996, la noche anterior al estreno de su musical Rent en el circuito off-Broadway. Meses después de su muerte, Rent pasó a Broadway, donde se representó a lo largo de 12 años y 5123 funciones hasta 2008. Desde entonces, el musical ganador del Pulitzer permanece omnipresente en la conciencia cultural como elemento fundacional del canon de teatro musical moderno.
Pero fue el tick, tick... BOOM! de Larson el primero en captar la atención de la comunidad teatral y marcar el inicio de su trayectoria profesional. Al principio, el musical autobiográfico fue un espectáculo unipersonal que se estrenó en 1990. La película inicia el relato en esa misma fecha y presenta a Larson sirviendo mesas en Nueva York al tiempo que escribe el que él espera que sea el próximo gran musical estadounidense. Larson está a punto de cumplir 30 años y cae presa de la angustia ante la incertidumbre de cumplir alguna vez sus objetivos creativos.
Garfield encarna al singular portento de su generación en todos los aspectos posibles: física, emocional y espiritualmente. El actor se convierte en Larson. Lo que quizá haga más extraordinaria la proeza es que, antes de acometer el papel, Garfield carecía de formación teatral musical; de hecho, ni siquiera había visto Rent. No obstante, el actor afirma que abordar la película sin preconcepciones acerca de Larson y su imponente legado le resultó favorable. Le permitió desligar al hombre del mito.
CHAQUETA DUNHILL; PANTALONES CORTOS LEVI’S; CAMISETA CALVIN KLEIN; MEDIA UNIQLO
«Evidentemente, era imperativo interpretar al personaje sin idolatrarlo ni idealizarlo; de lo contrario, no le habría hecho ningún favor. No creo que su a espíritu le hubiera complacido que lo glorificara, porque él era imperfecto y lo reconocía —considera Garfield—. Ese fue uno de los rasgos que hicieron de él un hombre tan amado, tan adorado: que aceptara y aprovechara plenamente su fragilidad humana».
Desde su decisivo papel en el drama de 2007 Leones por corderos, de Robert Redford, Garfield se ha labrado una carrera impresionante protagonizando películas como Red social, Silencio, 99 casas y Hasta el último hombre (su interpretación le valió la nominación al Óscar a mejor actor en esta película de 2016 ambientada en la Segunda Guerra Mundial). De igual manera, se puso en acción como el superhéroe de cómics Peter Parker en El sorprendente Hombre Araña de 2012 y su secuela de 2014.
En cuanto a su trabajo sobre las tablas, Garfield recibió su primera nominación al Tony en 2012 por su breve aparición como Biff Loman en la producción de Broadway de Mike Nichols de La muerte de un viajante. Su primer triunfo llegó en 2018 en reconocimiento a su interpretación de Prior Walter en el nuevo montaje de la trascendental obra de Tony Kushner Ángeles en América.
Lo que sí no había hecho Garfield era cantar..., en todo caso, no profesionalmente. No obstante, convenció al director de tick, tick... BOOM!, Lin-Manuel Miranda —una leyenda del teatro musical por derecho propio que debutó como director en este largometraje— de que, para cuando empezaran a rodar las cámaras, él estaría listo.
A la víspera del estreno de tick, tick... BOOM!, Garfield conversó extensamente con Krista Smith, de Queue, acerca de su experiencia personificando a Larson en la pantalla. El fervor creativo y la sed de vida del difunto artista no solo resultaron serle muy inspiradores, sino que además le ayudaron a gestionar una profunda tragedia personal.
Chaqueta Levi’s
Krista Smith: No puedo sacarme esta película de la cabeza, tick, tick... BOOM! ¿Siempre supiste quién era Jonathan Larson? Uno supondría que habías visto Rent alguna vez, ¿no?
Andrew Garfield: Tuve la inusual ventaja de abordar este proyecto sin mucho equipaje, si es que tenía alguno, para ser franco. El teatro musical no era parte de mi vocabulario ni de mis pensamientos. Había escuchado la música de Rent, pero nunca había visto ni la película ni la obra. Poco a poco, empecé a desarrollar una relación muy íntima con Jon Larson. Al principio, a través de Lin-Manuel y, después, sumergiéndome en su mundo. Hablaba con sus amigos, escuchaba su trabajo musical inédito y leía todo lo que caía en mis manos. Creo que no lo abordé con reverencia. Puede que eso haya sido una ventaja, porque no sentí la aplastante presión que quizá habría sentido si hubiese sido un gran fan de Rent. Quizá eso me haya permitido amarlo de una manera más profunda, más realista. Pude conocer al hombre, no al mito.
Ahora Jon reside en una amplia recámara de mi corazón. Se ha convertido en un referente para mí como artista revolucionario, alguien cuya creatividad era contracultural y una persona a quien le aterrorizaba la dirección que seguía el mundo. Fue defensor del medioambiente, de los derechos de los gais, de los derechos de la mujer y un artista activista. Además, era increíblemente gracioso, sarcástico, profundamente emotivo, apasionado y siempre iba más allá de lo esperado. Tenía un conexión extraordinaria con la fuente creativa y tan solo la dejaba fluir a través de él.
Aunque la historia se desarrolla en los años noventa en Nueva York y se centra en lo que pasaba en el mundo en aquella época, el estallido del sida y todo lo que le pasaba a la generación más joven en aquel entonces, todavía se percibe como urgente. La idea del tictac del reloj, la integridad del artista y la pregunta «¿Qué estamos haciendo con nuestro tiempo?». ¿Qué te hicieron sentir esas ideas como artista?
AG: Me parece que lo que dijiste ha dado justo en el clavo. Para nadie es un misterio el porqué los adolescentes de este país, los chicos de teatro, quieren hacer dos musicales en este preciso momento: Hamilton y Rent. Es la primera vez que estos jóvenes han tomado las calles para protestar, han descubierto esa voz de activismo y esa furia. Hay un enfado, una indignación justificada contra una cultura y contra una sociedad que privilegia a la minoría y no a la mayoría. Todo el trabajo de Jonathan tiene una especie de llamada de atención fuerte y clara como la que uno encuentra en Hamilton o In the Heights. Es decir, hay un parentesco real entre Lin-Manuel y Jon. La urgencia de esta película, la urgencia de la vida de Jon, la urgencia de que haya una revolución... todo evidencia que nuestro tiempo aquí es finito. Tenemos la oportunidad de convertirnos en los dueños de nuestro destino. Debemos rehusarnos al statu quo, a la opresión sistémica, a aquello que no esté al servicio de nuestra esencia. Me parece que todo esto lleva ya un buen rato bullendo en nuestra cultura. Esta pandemia unida a la concientización cada vez mayor de lo enfermizo, lo inservible y lo tóxico que son los sistemas en los que vivimos, todo eso está explotando. Es abrumador. Pero entonces vemos a alguien como Jon Batiste, un músico genial que ha tomado las calles para manifestarse. Fíjate en lo que acaba de hacer Bo Burnham en Inside o lo que hizo Michaela Coel en I May Destroy You; todos están emparentados con Jon Larson. Si existe un mundo espiritual, Jon Larson está mirando para abajo y diciendo: «¡Así se hace!»
Chaqueta Dunhill; pantalones cortos Levi’s; botas Thom Browne; medias Uniqlo
Quisiera que conversáramos sobre la alegría de crear y lo que me produjo ver a Andrew Garfield. Cuéntame sobre el canto y el baile.
AG: La alegría es fundamental. Otro rasgo del ser humano que era Jonathan Larson —hasta donde tengo entendido— era su alegría de vivir, su alegría de formar parte de una comunidad, su alegría de sentarse a la mesa juntos, su alegría de crear con otras personas y su celebración del milagro de estar todos vivos, circulando por la galaxia juntos. Él se alimentaba de todo eso. Cada cierto tiempo, hacía banquetes sencillos en su departamento y cada quien traía algún plato. Acomodaba un montón de mesas y sillas flojas y se iba a hacer crepes en la azotea, a bailar y a componer música. Era como un flautista de Hamelín en ese sentido.
Para ser artista de teatro musical —bailar y cantar con el vigor de un purasangre de carreras—, debes usar el cuerpo, la voz, el alma y el corazón para expresar la esencia del ser humano. Como actor, siempre he sido consciente de ese compromiso. Pero si haces teatro musical, la exigencia es aún mayor porque tienes la oportunidad de expresarte con el corazón en la mano de una manera que va más allá del naturalismo, más allá de lo común y corriente. Definitivamente, me encantó.
Mi número preferido es el del departamento. Es una celebración de los pequeños triunfos, de amigos que se reúnen, que están vivos y que tienen un departamento más grande que una habitación; eso se merecía todo un número musical. El resultado fue hermoso.
AG: Tuvimos un coreógrafo impresionante, Ryan Heffington, que se ha vuelto muy conocido ahora. Ha estado haciendo cosas increíbles durante el confinamiento. Es un artista excepcional. Montó coreografías hermosas que tuvimos la oportunidad de realizar.
Recuerdo, además, un momento muy importante de los ensayos. Fue la vez que conocí a Alex Lacamoire, mano derecha de Lin y encargado de la composición y los arreglos de toda su música. Él estaba trabajando con los actores —Vanessa Hudgens, Joshua Henry, Robin de Jesús— y, entonces, llegó mi turno de cantar. Faltaba más o menos un año para que empezáramos a filmar, así que yo estaba apenas empezando mi trabajo. Yo estaba adelante y tenía a tres compañeros sentados detrás de mí. Recuerdo que ensayé un par de frases, pero no me salieron bien. Sin embargo, todos los que estaban detrás me animaron mucho; sabían que debían hacerme creer que podía llegar adonde tenía que llegar. Sentí una mezcla de vergüenza y de amor y alegría auténticos. Después, me volteé y les dije: «Oigan, no quiero dejar pasar la oportunidad de decirles que, de todos mis trabajos, este es mi preferido. Los adoro a todos».
Estos genios me van a impulsar con todas sus fuerzas y no van a dejarme fallar. Esa resultó ser mi filosofía rectora de ahí en adelante. La sentí con Lin desde el principio. Había ese optimismo del teatro musical, una generosidad desinteresada y la conciencia de que si te esfuerzas, lo logras. Si te animan, la voz te sale. Si te humillan y te critican, la voz se oculta. Lo resumiría así: todo está en animar al otro a confiar en su instrumento.
«La urgencia de esta película, la urgencia de la vida de Jon... todo evidencia que nuestro tiempo aquí es finito».
Andrew Garfield
La gente quizá no sepa que fuiste gimnasta cuando eras más joven. Tu padre era instructor de natación. La actividad física fue una parte importante de tu infancia. Cuando estabas empezando, dijiste que nada se comparaba con la alegría que te producía dar una voltereta para atrás. Y ahora me pareciera que te escucho decir que hacer tick, tick... BOOM! fue como dar esa primera voltereta. ¿De verdad puedo hacer esto? Es imposible. ¿De verdad seré capaz de hacer esto? Y «Sí, lo hice».
AG: Me encanta esa analogía. ¿Acaso no es ese el don de enfrentar un desafío y encontrar la próxima montaña que parezca imposible escalar? Pienso en eso e, indudablemente, he tenido muchos momentos así en mi carrera hasta ahora; el más reciente ha sido en Ángeles en América. Has trepado centímetro a centímetro a centímetro pensando que no tienes la menor posibilidad de lograrlo y, entonces, hete aquí: llegaste a la cima de la montaña. A medida que me hago mayor, se hace más difícil encontrar cosas que no haya hecho y tener la oportunidad de hacerlas. Como artistas y como seres humanos, ¿cómo lograríamos permanecer a la vanguardia de nosotros mismos, expandirnos, desarrollarnos y ampliar nuestra consciencia y nuestro propio sentido de amplitud si no fuera por ese tipo de desafíos?
Suéter The Kooples
El miedo es inherente a la vida del artista. Cuando hablo con actores y cineastas, es precisamente el miedo... ese «No creo que pueda hacer esto, y por eso tengo que hacerlo» y «Este papel me intimida» lo que los impulsa a seguir adelante. ¿Cómo te enfrentas al miedo? ¿Qué significa el miedo para ti? ¿Cómo se te manifiesta el miedo ahora que tienes 37 años?
AG: Evidentemente, es una pregunta muy pertinente para todo el mundo en estos tiempos. Cada quien ha tenido una experiencia distinta reorganizando la psiquis, reorganizando las prioridades este último año y medio. Todo me cambió justo antes de la pandemia, cuando falleció mi madre. Llevaba mucho tiempo sufriendo de cáncer pancreático. Luchó durante un año y medio, hasta que llegó su hora de irse. He perdido a mucha gente, pero es algo muy diferente cuando se pierde a los padres, sobre todo, a la madre. Mi madre tenía un gran deseo y anhelo de vivir a plenitud. Y, al igual que todos nosotros, tenía sus propias limitaciones y miedos en cuanto a si se permitiría hacerlo o no. Así que ahora me encuentro bajo los efectos de ese duro golpe. No puedo imaginarme algo peor que atravesar por esto en este momento de mi vida. Entonces, para responder a tu pregunta, una parte de mí me dice: «Pues bien, ¿a qué más puedes temerle si ya te pasó lo más terrible que podías imaginarte?». Es muy difícil de aceptar completamente. Pero creo que me ha permitido internalizar un poco más la aceptación de vivir con miedo y asumir el tipo de miedo que te dice: «Tienes que ir ese lugar» porque allí es donde vas a crecer.
Tuve el privilegio de incorporar a este proyecto toda esa experiencia que había vivido con mi madre. Tengo que contar la historia de Jon y hablar de la urgencia y lo sagrado de la vida... y de la brevedad de la vida. Tuve la oportunidad de cantar la canción de mi madre mientras cantaba las canciones de Jonathan, así como mi propia canción y las de los amigos de Jonathan. Así que, tick, tick... BOOM! se convirtió en una experiencia espiritual mucho mayor de lo que habría podido imaginar. Mi madre, Lynn Garfield, está muy presente en espíritu en esta película a través de mí y a través de Jonathan.
Opening T-shirt: Vintage